
EL SECTOR • abril/mayo 2019 ACTUALIDAD I 29
versas actitudes, algunos en cuclillas, otros
arrodillados..., y realizan distintos trabajos.
Esto proporciona una gran vivacidad a la
escena, que todavía conserva la policromía
original. En el centro del taller se puede ver
a un hombre usando una sierra para cortar
un tablón de madera que está atado a un
poste para mantenerlo firme. Esta técnica
debió de ser muy habitual, ya que aparece
representada con frecuencia en el arte, como
por ejemplo en las pinturas de la tumba de
Nebamún (imagen 4). Así, podemos saber
que la sierra egipcia, a diferencia de las actuales,
cortaba solo en el trayecto de bajada
y en dirección a quien la manejaba.
Artesanía en madera para retratar la vida
cotidiana
La artesanía de la madera fue una actividad
muy importante en el antiguo Egipto donde,
por ejemplo, la construcción de barcos era
fundamental para permitir el transporte de
personas y mercancías a lo largo del Nilo.
Por ello, las tareas relacionadas con la madera
aparecen con gran frecuencia en el arte
egipcio, que mostró una gran inclinación a
retratar la vida cotidiana.
Ya desde el Imperio Antiguo, encontramos
pinturas en tumbas en las que aparecen carpinteros
usando taladros y lijas de piedra
caliza. En la tumba de Rekhmire (Imperio
Nuevo) volvemos a encontrar pinturas con
artesanos de la madera donde aparecen
herramientas muy interesantes, como una
escuadra y una vara de codo que se usarían
para comprobar las dimensiones y la exactitud
de los ángulos de las piezas, antes de
montarlas (imagen 5).
Los grandes talleres de Egipto
Además de los talleres de las casas nobiliarias,
sabemos que existían grandes talleres
vinculados al Estado o a los templos. De hecho,
la economía egipcia estaba totalmente
controlada por el Estado, con lo cual las
empresas y talleres privados prácticamente
no existían y la inmensa mayoría de los artesanos
eran casi funcionarios que trabajaban
para el Estado o el clero.
El faraón era el propietario de las tierras y
los bienes, se encargaba de redistribuir los
alimentos, recaudar impuestos y controlaba
con mano firme el comercio exterior.
Los precios también eran controlados por
el Estado, lo cual evitaba las diferencias de
precios y, al no funcionar la ley de la oferta
y la demanda, Egipto fue un caso único: una
economía que funcionó treinta siglos sin conocer
la inflación.
Buena parte de lo que sabemos acerca de
los artesanos egipcios procede del estudio
del poblado de Deir el-Medina y de la
costumbre de los escribas de registrar todos
los detalles. Los artesanos solían trabajar
en grandes talleres dirigidos por un superintendente
que controlaba la calidad del
trabajo, los materiales y las herramientas
utilizadas. Se han conservado textos que
hacen referencia a la jornada laboral, que
sería de 8 horas diarias en semanas de diez
días, con uno o dos festivos. Sabemos que
en ocasiones los artesanos recurrieron a la
huelga , como durante el reinado de Ramsés
III, hacia 1170 a.C., a causa de un retraso en
el pago de los salarios, consiguiendo sus reivindicaciones.
Los altos funcionarios y los escribas solían
mostrar su superioridad respecto de aquellos
que trabajaban con sus manos, e incluso
se conocen ejemplos escritos, como las llamadas
“Instrucciones de Dua-Khety”, también
conocida como “”Sátira de los oficios”.
Se trata de un texto satírico que a menudo
era copiado por los estudiantes en las escuelas
de escribas, y que exagera los aspectos
negativos de una serie de oficios artesanales,
ensalzando las virtudes de la carrera del
escriba. Sin embargo, los artesanos, como
trabajadores del Estado, tuvieron un cierto
reconocimiento social y, frecuentemente su
trabajo estaba bastante bien pagado, como
lo demuestran las lujosas tumbas que algunos
de ellos pudieron hacerse construir.
Igualdad entre artistas y artesanos
La consideración de los trabajadores de la
madera no difería de la del resto de artistas
y artesanos. Los antiguos egipcios sabían
distinguir y apreciar la calidad y la belleza
de un objeto, pero siempre desde un punto
de vista muy práctico. Era bello aquello
que estuviera bien terminado y cumpliera la
función para la que estaba creado. También
se establecía una diferencia entre aquellos
que fabricaban objetos de uso corriente,
que no requerían grandes habilidades para
su ejecución, y aquellos que realizaban un
trabajo más minucioso o que necesitaba conocimientos
técnicos más altos. Los arquitectos,
por ejemplo, estarían más valorados
por la preparación intelectual que requerían
sus actividades y porque trabajaban habitualmente
muy vinculados al poder. Pero en
Egipto (como en la mayoría de las civilizaciones
antiguas) no se diferenciaba al artista
del artesano, y tampoco existía un concepto
claro de arte u obra de arte.
No obstante, resulta innegable la belleza del
arte egipcio, que consiguió un estilo único
que permaneció casi inalterado durante más
de tres milenios. En este contexto, carpinteros
y ebanistas adquirieron un nivel de dominio
técnico que se tradujo en una enorme
perfección y delicadeza. La madera se pintaba,
se tallaba, se cubría de oro o plata, se incrustaba
con marfil o piedras preciosas. Las
tumbas reales proporcionan ejemplos sublimes,
destacando el ajuar de Tutankhamon
(imagen 6) con decenas de objetos, muchos
de ellos hechos en madera: escabeles, cofres
para objetos preciosos, mesillas, camas y sillas
con patas de animales, carros y un sinfín
de joyas que nos siguen deslumbrando hoy
día.
Los artesanos solían
trabajar en grandes
talleres dirigidos por
un superintendente
que controlaba la
calidad del trabajo
Maqueta de un taller de carpintería procedente de la tumba de Meketre, Deir el-Baheri,
Imperio Medio, hacia 1981-1975 a.C., Metropolitan Museum, Nueva York.
Carpinteros trabajando, fragmento de los frescos de la tumba de Rekhmire, Sheikh
Abd el-Qurna, necrópolis de Tebas, Imperio Nuevo, hacia 1425 a.C.